Finjamos que la tuvimos

Revisionada con el tiempo, Olvídate de mí ha resultado ser (incluso) más de lo que parecía, la supervivencia de la emoción ante el laberinto de la desmemoria. Esa fue quizás la razón, algo inconsciente por entonces, que me impulsó a titular este blog con una frase de la película. Digo esto con motivo del cortometraje que os dejo aquí abajo. Quizá sea demasiado atrevido llamarlo así. Se trata, en realidad, de un proyecto fin de carrera, rodado guerrilleramente y sin dinero. Su nombre es El extraño amor de Clark Kent. Es esta la historia de un piloto, que pese a llamarse Clark Kent, dista mucho de ser Superman. En cierto sentido, este pequeño vídeo es metáfora involuntaria de nosotros mismos: de alguna manera somos Clark Kents alojados en las antípodas del hombre de acero, aunque no por ello estemos menos empeñados en conseguir levantar algún día los pies del suelo y echar a volar. Cierro por eso recordando la escena en la que Kate Winslet decía aquello de ¿Y si esta vez te quedaras?. Lo decía a propósito de la amarga reminiscencia de no haberse despedido de Jim Carrey en su primer encuentro. Ella entonces sugería como antídoto una posibilidad insólita para los recovecos de la memoria, Vuelve e inventa una despedida. Finjamos que la tuvimos. Winslet intuía la verdad de todo esto, sólo una despedida, un punto y final, permite una nueva posibilidad, aunque esta se atreva a desafiar cualquier lógica. Pues bien no se me ocurre mejor despedida para este blog que compartir con vosotros nuestro cortometraje.

Análisis del 4×13, 4×14. There´s no place like home, Perdidos

SPOILERS DE LA FINALE

Atendiendo a las diferencias entre 2 escenas similares de las respectivas finales de la 3ª y la 4ª temporada, podemos intuir el grado del cambio que se ha efectuado en Perdidos en este último año. El doctor Jack Sephard escuchando a Nirvana, en A través del espejo, y, en situación análoga, también más avanzada, a The Pixies, en No hay lugar como el hogar. Aun moviéndonos en el mismo género, hemos cambiado de registro. El desplazamiento nos lleva a los orígenes. Pues no es menor el detalle de que The Pixies era una de las bandas de referencia de la extinta Nirvana. Así que podíamos interpretar esta 4ª temporada como un atípico camino a la verdadera definición de la serie. El traslado de la ciencia ficción del subtexto, a su nueva localización, el contexto. Así los 14 episodios de este año funcionan como la escenificación de esa entrada en el rock duro, del primer acto de fe, para el que los perdidos, especialmente Jack, no tendrán respuesta. Ya lo habíamos intuido en el final de la tercera, ese no era el Jack que venía siendo.

Este año, por fin, hemos visto lo que vio. O mejor dicho lo que no vio. O mejor aún, lo que vio que dejó de ver. La isla desapareciendo ante sus ojos. Excusa suficiente para no mirar a otro lado, más que nada porque con la vista en otro lado tampoco iba a lograr encontrarla. Se entiende ahora mejor la elección de Hurley para abrir esta temporada. Él, el loco, es el único que podía dar sentido a los espejismos de la isla, ahora que ella, literalmente, es el gran espejismo. Y, todo esto, el punto sin retorno de Perdidos, su jump the shark, ha ido de la mano de la transformación de Jack, esa Alicia alcohólica del futuro, que empieza a preguntarse hacia donde va esta aventura. Puede que el resumen de esta finale esté contenida en un ataúd, que antes era un misterio, y que ahora es la magia embalsamada de un cadáver, que quién sabe si es bueno o no, que eche a andar. O puede que todo se trate de dejar de buscar la serie en medio del vacío, como algunos seguimos empeñados, y empezar a hacerlo en sus nuevas coordenadas. Y es que, por lo menos, hay que reconocerles a los guionistas que tienen buen gusto para la música.

Análisis 4×01, 4×02, 4×05, 3×23, 2×24, 4×10, 4×11

Teorías de Lost. De la secuencia (Javilon5). De la Rueda de Buddha (^BadNumber^)

Un nuevo y fundamental blog de series

Y, siempre, Cinempatia.

Breve análisis del 4×11. Cabin Fever, Perdidos

Parece que, casi desde el minuto uno de su existencia, John Locke estuvo condenado a experimentar en carne propia lo que es la claustrofobia. La lista es larga, las incubadoras del hospital, las taquillas en su adolescencia, la silla de ruedas que le impidió durante años… e incluso, para añadirle algo de mala leche al asunto, antes que cazador, Locke se hizo cajero. Así que resulta que el título de este episodio, Cabin Fever, alude en un doble sentido a la misma circunstancia, la llegada de John Locke a la Cabaña de Jacob, quizás el primer espacio cerrado en su vida, en el que no se va a sentir atrapado. Esta cabaña, que no sé si a alguien más le parece el elemento más lynchiano de toda la serie, nos brinda una escena antológica, Christian y Clarie esperando al hombre de fe para tomar el té, discrepar sobre el destino y pasarnos por debajo de la puerta un mensaje de Jacob: Hay que cambiar la isla de sitio. La idea, una ida de olla, tan temeraria como fascinante, posee resonancias mitológicas. Si no hace ni 7 días que andábamos discutiendo sobre el porqué de que Jack quisiera hundir el cielo sobre nuestras cabezas, ahora nos toca preguntarnos cómo Locke va a conseguir cargar una isla entera sobre sus hombros. La respuesta es más sencilla de lo que parece, el peso de toda una placa tectónica no le debe parecer tanto a alguien que ha llevado el cadáver de su padre a la espalda. La cosa, hay que reconocerlo, no deja de tener una ironía sublime. Va a ser el lisiado de esta aventura, el que acabe cargando con todo un continente entero.

Análisis 4×01, 4×02, 4×05, 3×23, 2×24, 4×10

Análisis 4×10. Something nice back home

Hará ya casi cuatro años de que en un maloliente tugurio de Sidney, un neurocirujano de reputada valía le contase a un timador, no menos mujeriego y borracho que él, dos cosas fundamentales para la vida. La primera, que los Red Sox jamás ganarán la liga, porque la gente prefiere sufrir. La segunda, que Australia es conocida como el culo del mundo, porque es lo más cerca que se puede estar del infierno sin llegar a quemarse. Varios días después, el avión en el que iba ese timador de poca monta, acabó estrellándose en una misteriosa isla del pacífico sur, que bien podría pasar por un perfecto purgatorio. En ese mismo vuelo, cosas del destino, iba también el hijo de dicho neurocirujano, otro médico, de aún más renombrado prestigio, incapaz de escapar del fantasma paterno. Con el tiempo el hijo acabó saliendo de la isla. Y terminó el viaje hasta llegar a la, cuidado con el nombre, celestial ciudad de Los Angeles. Allí alcanzó, pese a tanta turbulencia, su something nice back home. O como dice el pirado de su amigo Hurley, esto tiene que ser el cielo, tío. Sin embargo, ya sabemos por los últimos 5 minutos de la tercera temporada, que ese cielo no les sirve para ser felices. Quizá sea a lo que se refiere el mismo timador un episodio antes cuando afirma, que el cielo está a punto de caerse sobre nuestras cabezas. Y eso es lo que literalmente acabará deseando Jack, que el cielo se resquebraje. ¿O no le dice a Kate aquello de que su corazón se acelera, ante la posibilidad de que el avión vuelva a estrellarse?

Este episodio podría contener el perfecto final feliz para Perdidos, de ser esta una serie de finales felices. Jack contándole un cuento a su hijo, redimido como el gran padre de familia que jamás fue su viejo. Un folletín rosa truncado en pesadilla, al descubrirse la trampa de la escena. Jack, involuntariamente, está asumiendo el papel de Christian, al leerle a Aaron, tal como su padre le leía a él. Y para recordárselo, se produce el regreso de ese padre, que ya fue una vez el conejo blanco que lo llevó hasta la isla, y que se dispone a serlo de nuevo. No en vano, en el fragmento que recita Jack, se cuenta cómo Alicia entendió como verdadero lo que había de extraño a su alrededor y se dijo a sí misma. Si nada ha cambiado, entonces la que ha cambiado soy yo. ¿Quién diablos soy ahora?. Esa Alicia es el Jack del futuro. El Jack que ha empezado a creer en los milagros de la isla. Hay algo absolutamente revolucionario en todo esto, supervivientes que no desean ser rescatados, que incluso prefieren volver. Es como si Dorothy hubiese descubierto que Oz puede ser un sitio peligroso, pero a su vez absolutamente hermoso. O como si lograra darse cuenta, al fin, de algo que Jack lee en los periódicos en este mismo episodio: que los Red Sox este año no han ganado la liga. Y que es más que seguro, que tampoco la ganarán al siguiente.

P.D. Casi nadie opina lo mismo por lo que leo, pero para mi uno de los mejores episodios en mucho tiempo.

Análisis 4×01, 4×02, 4×05, 3×23, 2×24

Manson adapta a Lewis Carroll

Tideland. La Alicia retorcida.

My blueberry nights. Opinión, crítica, reseña.

Valoración ***

My blueberry nights no es una excepción en la filmografía de Wong Kar Wai, al contrario, se sotiene exactamente sobre el mismo registro que todo su cine, la sensualidad. El erotismo contenido, mediante la sinestesia del ritmo, de los colores, de las texturas, para caputar el sentir del roce, de la respiración entrecortada, del olor persistente. Sonámbulo sentido del deseo. Encuentros efímeros pero devastadores, de consecuencias imprevisibles, furtivos pero capaces de dejarnos mella, intensos pero a su vez imposibles de ser localizados con precisión en la memoria. Amantes torturados, encerrados por los neones de la ciudad, liberados por una caricia. Asfixiados por la lujuria, pero necesitados de ella… Era, por tanto, lógico que este cine con cierta vocación de cruce de caminos encontrara, en su viaje a las Américas, su ajustado reflejo en las carreteras de la ruta 66. Lo que quizá sea más discutible es si Wong Kar-Wai no debería haber traducido las diferencias culturales, en lugar de fotocopiar su estilo. A mi juicio la única parte en la que su cadencia se ajusta a la perfección es la de Nueva York. También es la más verdadera. Esta es la primera película del realizador de Deseando amar en la que detecto ciertas corrientes de impostura recorriendo el relato, e incluso intuyo un cierto molesto tono new age. Con todo sigue siendo una obra de Wong Ka-Wai con lo que eso implica y con lo que eso me fascina. Nadie fotografía mejor que él la pasión contenida, el fulgor desatado y el sabor amargo de los caminos del amor, para los que a veces ir en línea recta supone dar todo un rodeo de casi 3602 millas de distancia.

Lo mejor: Jude Law y la parte de Nueva York

Lo peor: Aunque se defiende no entiendo la elección de Norah Jones

Rebobine, por favor. Opinión, crítica, reseña

Valoración ****

Disfrutar de las versiones que los inefables Jack Black y Des Mof se sacan de la manga de Los Cazafantasmas o Robocop es una experiencia cuanto menos delirante, pero esta supone además asistir al nacimiento de un pionero sistema de piratería, para supervivientes de la guerra de formatos, que afecta a la médula del asunto, el tráfico de ideas. Casi diríamos que se trata de algo revolucionario, si no fuera porque a su vez es también algo profundamente antiguo. Ya en los albores del cine gente como Méliés se rompía la cabeza para poner sus escasos medios al servicio de la creatividad, y no al revés, sintoma del cine de hoy día. En este sentido los primeros minutos de la cinta funcionan perfectamente como pista. Si Nueva Jersey puede apropiarse de Fatts Waller e inventarse una ficción sobre el mismo, ¿por qué no iba a hacer su propia ficción de la mayor de las ficciones, Hollywood? La cosa tiene su miga, porque lo que consigue esta pequeña localidad, es toda una quimera, a la altura de las grandes utopías sociales. Ni más ni menos que escapar a los límites del circuito establecido, con un sistema de producción underground, orgulloso de su falta de recursos. Puede que los quebraderos de cabeza de estos 2 freaks para rodar sus suecadas, guiño envenenado a la globalización del arte, corran el riego de pasar inadvertidos como broma chanante entre colegas, pero se transluce además cierta melancolía, cierta nostalgia, casi un imperativo de pulsar rewind. La resolución de la histora camina en este sentido: como una fábula a lo Capra sobre la necesidad de evitar que nos capitalicen los sueños, resumida en la potente imaginería de un proyector reversible que deja escapar las imágenes, incapaz de apresarlas.

Lo mejor: Jack Black y el descacharrante número de Los Cazafantasmas

Lo peor: Que no se aproveche más a Sigourney Weaver para algún chiste.

Artículos relacionados. Sobre La ciencia del sueño.

Análisis 4×05. The constant, Perdidos.

CONTIENE SPOILERS DEL CAPÍTULO

Episodio 3×08, Flashes before your eyes, Desmond llora desconsolado frente la fotografía que se hizo junto a Penélope el día en que decidieron romper; y es que el escocés acaba de regresar de ese justo instante, sin poder tampoco esta vez evitar caer en el mismo error. La paradoja es sencilla, Desmond está condenado a quedar atrapado por su pasado, ante la certeza de que sólo repitiendo ese fallo podrá conseguir algún día escapar de él. Parece como si necesitara reescribir su pasado en clave heroica, como si quisiera justificar el desprecio de Charles Widmore inventándose un futuro épico en el que acabará salvando a la humanidad pulsando la secuencia 4, 8, 15, 16, 23, 42 en una remota escotilla.

Ahora en el 4×05, The constant, los guionistas vuelven a por más de lo mismo, pero esta vez sin coartadas. Ciencia-ficción pura. No es esto lo que yo quería para Lost, pero he de reconocer que si funciona tan eficazmente como lo hace aquí, no puedo quejarme. Esta vez los viajes en el tiempo sí resultan reales, aunque sean mentales. Mientras que el episodio 3×08 trataba sobre el fatalismo del amor condenado por el implacable determinismo del tiempo, este habla de su supervivencia a través de la memoria, único recurso que nos queda ante la inevitabilidad. Desmond más que viajar al pasado, lo que hace es indagar en sus recuerdos, reales o simulados, hasta dar con el auténtico motivo que le ha mantenido con vida todos esos años, un número de teléfono que ninguna compañía ha dado todavía de baja. Matemática del azar para superar cualquier tipo de frontera. Homero interpretado a través de los postulados de Eisenstein. El héroe griego desmenuzado con ecuaciones de física cuántica. Bendita enfermedad esta de la isla que nos obliga a explorar en los límites de la consciencia la verdadera razón por la que existimos. Después de todo si Desmond olvidara a Penélope, ¿qué sentido habría tenido entonces su odisea? Supongo que la respuesta está en la poética de una vieja fotografía, tomada para inmortalizar un momento que no quiere quedarse quieto, y revelada ante una mente inmaculada que necesita no olvidar lo que un día fue. Eso sí que son viajes en el tiempo.

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Análisis 4×01, 4×02, 3×23, 2×24

Michael Clayton. Opinión, crítica, reseña.

Valoración ****

Apunte rápido sobre Michael Clayton. Su padre era policía, él, una especie de picapleitos, de chico para todo. Las diferencias entre los dos están en los matices, ambos ilustran la evolución del funcionario ante las metamorfosis del sistema, el tránsito de lo público a los gobiernos del siglo XXI, las grandes corporaciones. Aunque Clayton, en un momento dado, toma la decisión, sino no habría película, de empezar a moverse en otra dirección. A contracorriente, como Jason Bourne, predecesor suyo para películas de acción, con el que comparte su posición de peón rebelde. No hay nada en esta película que no hayamos visto antes. Pertenece a ese tipo de cine para el que su argumento, en este caso las intoxicaciones provocadas por un producto alimentario, no es más que un gran mcguffin. Lo importante es la épica del individuo contra el sistema. Sin embargo en la película de Gilroy no hay demasiado de esa épica. Entonces, ¿Qué es lo que nos ofrece Michael Clayton? Pues paradójicamente eso. Aquí el jaque a las grandes multinacionales, indistintamente de los resultados, se siente más plausible, más cercano, y, por tanto, más desalentador. La mirada de George Clooney (imposible imaginar a otro actor aquí) resulta fatigada, pesarosa, y casi desalentadora. Sabe que es imposible descabezar a la hidra del poder, pero al menos le queda la esperanza de haber dado forma al monólogo apocalíptico con el que Wilkison vislumbra en la locura el sentido de la justicia. Todo el tramo final, exento de un gran clímax, funciona a la perfección como alegoría de este pesimismo. Michael Clayton nunca podrá ganarle el pulso al sistema porque en el fondo, más que le pese, constituye parte ineludible del mismo.

Lo mejor: Su reparto

Lo peor: Me quedo con Bourne.

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Más de Oscar. Juno, No es país para viejos.

Juno. Opinión, crítica, reseña.

Valoración ***

Habrá que dedicarle tiempo algún día a analizar ese desplazamiento que ha llevado a la comedia de sal gruesa y a la comedia adolescente a colocarse una a tan sólo un paso de la otra, gracias a la irrupción que lo nerd ha experimentado en los últimos años, mediante la exploración del inadaptado social, pero también del emocional. La primera consecuencia de todo esto es perniciosa, la asimilación de los rasgos freak como atributo de lo cool para las generaciones MTV, caso de Napoleon Dynamite, pero la siguiente es altamente positiva, el interesante acercamiento del discurso de Todd Solondz, al de, por ejemplo, los Farrelly o Judd Apatow. El movimiento de Michael Cera en apenas unos meses de Supersalidos a Juno ejemplifica los límites en los que nos movemos. Juno es la última comedia indie costumbrista pop, medida para no ofender realmente a nadie. Una película con vocación de lo raro, pero necesidad de integración, que afortunadamente tarda poco en justificar la delimitación marciana de sus personajes, en la intención de estudiar la disfunción emocional a través de lo no integrado. La indulgencia con la que se aborda el tema central en relación a Juno y su entorno deriva en la virtud contrapuesta de colocar en su justa medida los problemas sentimentales de la pareja que quiere adoptar al niño. Lo mejor de la cinta se mueve alrededor de ese tríptico emocional, esencialmente en la relación que Juno mantiene con el padre (adoptivo) de su hijo. Y aunque la película desdiga un poco sus esfuerzos en el último tramo con el tratamiento final de Jason Bateman, es su personaje de rockero fracasado de buena cuna el que mejor ilustra el tema: el doloroso y traumático paso hacia la madurez.

Lo mejor: Ellen Page

Lo peor: Esperaba más de Allison Janney

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– Más de Oscar, No es país para viejos. También Little Miss sunshine

No es país para viejos. Opinión, crítica, reseña.

CONTIENE ALGÚN SPOILER

Valoración ****

A más de uno, leo por ahí, se le han atragantado las secuencias de Tommy Lee Jones en No es país para viejos, sin embargo, se me antoja que quizá sean ellas las que encierren la verdadera carga semántica de la cinta. La mirada lacónica del viejo sheriff le marca las pausas y el tempo a la acción de la película, la cacería entre Bardem y Brolin. La persecución arranca con Brolin apropiándose de 2 millones de dólares que no son suyos, con la legítima intención de hacer feliz a su Carla Jean, aunque sería más preciso afirmar que el inicio lo supone su imprudente necesidad de volver a la escena del crimen para facilitarle agua a un moribundo en un acto de bondad que apenas cabe en esta sofocante historia. A partir de ese desliz es cuando Bardem, transmutación última del mal en las carnes de un asesino, que según Harrelson no posee sentido del humor, aunque parece disponer de uno muy peculiar, le persigue implacablemente por el yermo estado de Texas. Brolin le mira alternativamente el rostro al diablo en una continuum de secuencias sangrientas y elementales, en las que se las arregla para seguir con vida, jugándosela a cara o cruz, en una mezcla de suerte de último momento y fatalismo absoluto.

La precisa puesta en escena de Los Coen, que sostiene casi 90 minutos está brutal versión del juego del ratón y el gato, puede llevarnos a engaño sobre el verdadero duelo de la cinta, por lo que sus autores llegado el momento de la escena de El Paso apuestan por una abrupta elipsis que anula el esperado clímax final. El resultado es traer al primer plano, con encuentro explicitado entre fantasmas en un habitación de motel, el enfrentamiento que realmente da sentido a la cinta, el de Tommy Lee Jones asumiendo la llegada de una nueva ética resumida en la expresión deshumanizada de Bardem, en sus disparos de aire comprimido, propios de los mataderos más sofisticados, y en un sencillo cara o cruz. Es esa moral del azar la última victoria de lo que representa Bardem: la inédita posibilidad de que el mal se perpetúe sin rostro, sólo por la lógica de la fatalidad. Su pregunta, ¿Qué es lo máximo que has perdido a cara o cruz?, se vuelve absolutamente siniestra en cuanto que da lo mismo la respuesta a escoger, puesto que el resultado está inevitablemente marcado mucho antes de lanzar la moneda al aire.

Lo mejor: Todo su reparto

Lo peor: En algún momento la metáfora del título se me hizo más evidente de la cuenta.

Breve análisis 4×02. Confirmed dead, Perdidos

CONTIENE SPOILERS

Muerte confirmada es el título del 4×02 de Perdidos. De lo primero (muertes) sólemos tener bastante en la serie, a veces incluso demasiado, mientras que de lo segundo (confirmaciones) más bien poco. Siendo precisos en este episodio no sé nos confirma ninguna muerte, sino el espejismo de 324 de ellas, la de los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic. Historia transversal que periódicos, radios y televisiones amplifican al nivel de tragedia, enmascarando la epopeya que realmente se está vivendo en la isla. Una noticia que devuelve las teorías conspiratorias al primer plano y que aparece como hilo conductor de la presentación del nuevo equipo de rescate, que con un inusual flashback (este es el primero que ocurre tras el accidente) se nos darán a conocer. 4 rescatadores, por cierto, a cada cual más desconcertante. Un físico chiflado que llora sin motivo al enterarse de que han encontrado los restos del avión, un cazanfatasmas fraudulento que quizá venga a exorcizar la cabaña de Jacob, una antropóloga social que, en un giro de tuerca a la iconografía de la serie, encuentra un oso polar en el desierto tunecino, y, por último, el piloto que realmente debería haber conducido el vuelo desde Sidney. Y esto es lo que más me gusta del peculiar rescate, que venga el piloto de verdad a recoger a sus pasajeros, a ver si acaba con el trabajo que su sustituo dejó a medias y se gana el sueldo de aquel día, completando el viaje hasta Los Ángeles, que en su momento no pudo realizar, en una de esas curiosas segundas oportunidades que, de vez en cuando, ofrece la Isla.

Mención especial

  • A la broma de Walt más alto, al riñón de Locke, a la pregunta sobre el humo negro, a que se apueste más por el plano general, y a que los personajes se comporten con más coherencia que en temporadas precedentes

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Análisis 4×01, 3×23, 2×24

Austen y el cine

A la prosa de Jane Austen le gustan las categorizaciones, la clasificación de las relaciones humanas en adjetivos contrapuestos. Estoy pensando en Orgullo y prejuicio, también en Sentido y sensibilidad. Es posible que sus novelas se confundieran hoy día con malas comedias románticas. Mucho hay en ellas de literatura del cotilleo para damas adineradas, aunque por suerte a sus páginas nunca les falte ironía. Sin embargo más allá de eso Austen ofrece virtudes propias; una precisión absoluta para definir a cada personaje, y varios hallazgos sentimentales que trascienden su carácter de novelas para la hora del té.

Entre las múltiples ocasiones que ha sido adaptada a la gran pantalla, una de las últimas, Orgullo y prejuicio, de Joe Wright, brilló con relativa intensidad por ser una agradable versión repleta de ritmo. La interpretación de Keira Knightley, como personaje central, resumía la esencia de la cinta : encantadora y liviana. Ese mismo año, por cierto, vio la luz La joven Jane Austen, pirueta narrativa entre la vida de la novelista y su obra, que, en realidad, no era más que una de esas malas comedias sentimentales de las que arriba hablábamos y encima con ambiciones metaliterarias. Quizá continúe siendo Sentido y Sensibilidad la mejor versión de una de sus obras, por la manera en la que Ang Lee modernizó la pompa inglesa, sin frivolizar jamás el sentido que los británicos conceden a las relaciones. Hay un contrasentido curioso en esta cinta, en lo que se refiere a la relación que se establece entre Marianne y Willoughby. El episodio emocional está narrado con tantísima pasión, sonetos de Shakespeare mediante, que al espectador le resulta tan difícil como a la propia Winslet aceptar la lógica del final, propio de alguien tan conservador como Austen, en el que ella acabará prefiriendo al impasible y aburrido Coronel, en lugar de al imprevisible, atractivo y canalla Willoughby. Un defecto que acaba convirtiéndose en virtud, de esa manera en que a veces las historias no pueden escapar de su genialidad, por la paradoja de que esos minutos acabarán siendo los mejores de la cinta. Supongo que es la consecuencia lógica de colocar la poesía de Shakespeare a la altura de la literatura de Austen.

Y hoy resulta que estrenan Conociendo a Jane Austen.

Otros apuntes literarios.

Clásicos inadaptables y sobre James Ellroy.

Análisis 4×01. The beginning of the end, Perdidos

CONTIENE SPOILERS

Hay en este capítulo, consecuencia inevitable de la finale de la tercera temporada, algo de esa tristeza que esperaba escondida a asaltarnos, una vez que nos hubiéramos recuperado del efecto shock de los últimos 5 minutos de la famosa secuencia del aeropuerto entre Jack y Kate. Algo de esa ansiedad que se escapaba del ¡Tenemos que volver!, pero también algo de la desesperación que subyacía en el aparentemente inútil sacrificio de Charlie. Ambos, héroes de heroicidad frustrada, que al intentar conducir a sus compañeros hacia la liberación los habían colocado a sólo un paso de la condenación. Hay mucho de eso en la que es la mejor escena del episodio, cuando Jack le confiesa a Kate, frente a los restos del naufragio, que parece que ha pasado casi un siglo, desde el día en el que se acercaron ellos dos y el mismo Charlie a la cabina del piloto, preguntándose de qué iba todo esto. Por eso tiene bastante sentido que sea el personaje de Hurley el que encabece esta prémiere. Y eso que, particularmente, su historia no me emociona demasiado. Sin embargo es él, por los motivos que veremos, el único capaz de dar la réplica (y el sentido) a las dos gloriosas gestas que Charlie, en presente, y Jack, en futuro, llevan a cabo ¿inútilmente?. Además de ser el que mejor puede seguir sosteniendo en la cuerda floja el difícil equilibro entre drama y ciencia-ficción, con el que Perdidos lleva 4 años jugándosela. Su demencia es la perfecta coartada para sacar a pasear a todos los fantasmas de la isla, Jack, Christan, Charlie… sin desvelarnos si es la isla la que se manifiesta, o es su locura la que le traiciona.

Hurley se ha convertido en el perfecto médium para los espejismos de la isla, ahora que la propia isla (en el futuro) ha acabado erigiéndose en el mayor espejismo de todos. Sólo hay que fijarse en como los caminos han empezado a diluirse, no sólo en la historia de esos héroes que no saben ni de qué se tienen que liberar, sino también físicamente. Atendamos sino a como todos los personajes, aun estando repartidos por la selva en diferentes grupos, se cruzan justo en el mismo sitio. Y para un episodio que se titula El principio del fin este sitio, paradójicamente, resulta ser frente a la cabina del piloto, allí donde todo empezó.

Lo mejor

  • El contraplano de la cabaña de Jacob
  • La vuelta de Christian Shephard y de Charlie
  • La presencia de los restos del avión
  • Que Hurley tenga su mejor capítulo desde el 1×18, Números

Lo peor

  • Le falta algo de magia para ser un arranque de temporada
  • La música de Giachinno por primera vez me ha puesto nervioso
  • La intro menos trabajada, y aún así está bastante bien, de todas las premiéres.

Artículos relacionados

Finale de la segunda temporada de Lost, Finale de la tercera temporada de Perdidos,

Un viaje alucinante. Opinión, crítica, reseña…

Un Viaje alucinante es, cuanto menos, una película… curiosa. Un grupo de científicos reduce su tamaño, hasta no llegar a ser ni la milésima parte de lo que eran, y se embarca, literalmente, en una excursión por el interior del cuerpo humano. Es como mezclar la épica de Julio Verne con la lógica de El increíble menguante. Y añadirle algo de Érase una vez el cuerpo humano. Sobre todo esa confianza casi ciega en la medicina: la fantasía de la microcirugía como salvación última. La ciencia se alía aquí con su hipótesis más extrema, la ciencia-ficción. Y ambas se benefician. No hay catastrofismo. Sólo una fantasía sencilla, reconfortantemente ingenua, con apenas una facilona trama de espionaje como coartada. Es como participar de una gran sesión de Imax, o contemplar la más psicodélica de las lámparas de lava a tamaño diez veces el nuestro. Este viaje hacia el centro del cuerpo humano podría ser una aventura precursora de las de Steve Zissou. Y es que mucho tiene Un viaje alucinante de este género. Hay también piratas (los glóbulos blancos) y un océano de plasma, cuyo interior alberga el misterio de la vida. Es como una odisea espacial, sólo que hacia dentro, aunque por momentos nos encontremos navegando por el desconocido planeta de la psique humana. Es cierto que hay un cambio de escala, del espacio exterior a las membranas de nuestro cuerpo. Una reivindicación de la mirada microscópica sobre la telescópica, ante el riesgo de que por mirar lejos dejemos pasar más de una cosa. Sin embargo, lo importante es que tanto en alguna galaxia lejana o navegando por nuestra sangre, las respuestas que buscamos son exactamente las mismas. Sólo se trata de reducir lo infinito (y todas esas preguntas que nos hacemos) al tamaño de una bacteria.

Valoración ***

Lo mejor: La solución de escape final en el ojo.

Lo peor: Me resulta demasiado previsible.

Brokeback Mountain (Y la muerte de Heath Ledger)

Valoración *****

Me cuesta referirme a una película como Brokeback Mountain si no es escupiendo sangre en el pavimento. Creo que sólo es posible hablar de la cinta de Ang Lee frente a una gran jarra de cerveza, con toda la tarde por delante y mascando tabaco. Pero ante la reciente muerte de Heath Ledger, he decidio arriesgarme a ello. Y, sobre todo, a recordar esa escena, con la que Ang Lee recupera, a escasos minutos del final, el primer encuentro en Brokeback Mountain de Ennis del Mar y Jack Twist. Una vuelta al pasado, que puede parecer fuera de lugar, en una película tan clásica, en la que todo discurre por dónde debe discurrir, como es esta. Esta secuencia, aparentemente, no aporta más que un aliento romántico. Ennis se aproxima por la espalda a Jack y le susurra al oído, Te vas a quedar dormido de pie como los caballos. Es un segundo, pero quizá condense como ningún otro el porqué del dolor y la frustración de todos los años que aún les quedan por vivir a ambos. Pero es todavía más, esta es la primera vez en toda la cinta en la que Ennis se muestra tierno, y, sin embargo, Lee no nos lo revela más que a pocos minutos de acabar. Hasta ese momento nos ha sido mucho más fácil entender a Jack. Ennis ha sido el hombre taciturno, el amante egoísta, el vaquero que sólo sabe hablar trás el ala de su sombrero. Sin embargo, a partir de entonces, entendemos que Brokeback Mountain no es tanto la película de un trágico amor, como la historia del propio Ennis.

Es este un amor difícil, que parece que no compensa, del que devora los años. Un amor lleno de resquemor, con las cosas siempre a medio decir, y, por momentos, mezquino, rudo… Lo que hace a Brokeback Mountain brutalmente honesta es justamente Ennis del Mar. Un tipo que no sabe hacer las cosas bien, porque nadie le ha enseñado a hacerlas bien, y que pese a todo, jamás podremos dudar de que su amor por Jack es tan intenso, como el que este siente por él. No puede tener Brokeback Mountain mejor final que el que tiene. Ennis buscando delante de las camisas, con la sangre reseca y coagulada de los dos, las palabras con las que acabar el juramento que siempre quiso hacerle a Jack. Al final no las encuentra, pero es lo mismo, porque Jack sabe perfectamente que el día que Ennis le pegó un puñetazo en la cara, le estaba diciendo que le amaba.

Lo mejor: Ledger, Santaolalla, Lee, Prieto, Gyllenhaal…..

Lo peor: Que se la acuse de templada

(Al payaso que acaba de perder la sonrisa)