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No es país para viejos. Opinión, crítica, reseña.

CONTIENE ALGÚN SPOILER

Valoración ****

A más de uno, leo por ahí, se le han atragantado las secuencias de Tommy Lee Jones en No es país para viejos, sin embargo, se me antoja que quizá sean ellas las que encierren la verdadera carga semántica de la cinta. La mirada lacónica del viejo sheriff le marca las pausas y el tempo a la acción de la película, la cacería entre Bardem y Brolin. La persecución arranca con Brolin apropiándose de 2 millones de dólares que no son suyos, con la legítima intención de hacer feliz a su Carla Jean, aunque sería más preciso afirmar que el inicio lo supone su imprudente necesidad de volver a la escena del crimen para facilitarle agua a un moribundo en un acto de bondad que apenas cabe en esta sofocante historia. A partir de ese desliz es cuando Bardem, transmutación última del mal en las carnes de un asesino, que según Harrelson no posee sentido del humor, aunque parece disponer de uno muy peculiar, le persigue implacablemente por el yermo estado de Texas. Brolin le mira alternativamente el rostro al diablo en una continuum de secuencias sangrientas y elementales, en las que se las arregla para seguir con vida, jugándosela a cara o cruz, en una mezcla de suerte de último momento y fatalismo absoluto.

La precisa puesta en escena de Los Coen, que sostiene casi 90 minutos está brutal versión del juego del ratón y el gato, puede llevarnos a engaño sobre el verdadero duelo de la cinta, por lo que sus autores llegado el momento de la escena de El Paso apuestan por una abrupta elipsis que anula el esperado clímax final. El resultado es traer al primer plano, con encuentro explicitado entre fantasmas en un habitación de motel, el enfrentamiento que realmente da sentido a la cinta, el de Tommy Lee Jones asumiendo la llegada de una nueva ética resumida en la expresión deshumanizada de Bardem, en sus disparos de aire comprimido, propios de los mataderos más sofisticados, y en un sencillo cara o cruz. Es esa moral del azar la última victoria de lo que representa Bardem: la inédita posibilidad de que el mal se perpetúe sin rostro, sólo por la lógica de la fatalidad. Su pregunta, ¿Qué es lo máximo que has perdido a cara o cruz?, se vuelve absolutamente siniestra en cuanto que da lo mismo la respuesta a escoger, puesto que el resultado está inevitablemente marcado mucho antes de lanzar la moneda al aire.

Lo mejor: Todo su reparto

Lo peor: En algún momento la metáfora del título se me hizo más evidente de la cuenta.